miércoles, 20 de enero de 2016

AMORES DE CARRETERA

Recuerdo este sitio porque formó parte de mi cotidianeidad durante unos años en los que estuve viviendo en un pueblo cercano. 

Por las mañanas, cuando me marchaba a trabajar, quedaba tras los árboles, envuelto en la bruma del invierno, como un lugar irreal, casi amable, incluso evocador. Por las tardes, a la vuelta, luces de colores, ansiedad, lujuria, alivio de la concupiscencia, como diría el código de derecho canónico. 

Misa, golpe de pecho y lupanar, y la mujer en casa, a sus labores, la decencia ante todo.

Paradógica sociedad aquella en la que todo tiene un precio, y en la que todo es susceptible de ser objeto de compraventa. Aquella en la que incluso el amor se mercantiliza, y el comercio con el cuerpo, la libertad y el deseo de los otros no se llama violencia.















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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.

No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.