viernes, 14 de octubre de 2016

ORDO CISTERCIENSIS STRICTORIS OBSERVANTIAE


El monasterio de Santa María de la Trapa de Santa Susana fué fundado en el siglo VI por monjes benedictinos. La iglesia visigoda, de la que no se conserva ningún resto, fué abandonada y reconstruída en los inicios del S.XIII por la Orden de Calatrava para ser cedida en 1227 por Jaime I de Aragón a la Orden del Císter que la reconstruyó de nuevo en 1341.

De esta época data la pequeña nave gótica que todavía se conserva adosada a la nave principal de la iglesia, está definida por tres bóvedas de crucería de las cuales la central presenta en su clave la flor de lis o emblema de la Orden de Calatrava. La buena fábrica de sillar hace que aún se conserven las cubiertas, a diferencia de la nave central, de época posterior.

En el siglo XVII, en 1643, los franceses destruyeron la ciudad, el castillo y el convento y se llevaron de éste último cuadros y tablas con los milagros y martirios de Santa Susana que decoraban su iglesia. El monasterio sufrió otra destrucción en 1649 en la guerra con Cataluña a cargo de una partida de miqueletes.

En enero de 1796 llegó al ya arruinado monasterio una comunidad de trapenses franceses expulsados por la Revolución, después de que Carlos IV de España les cediese el edificio y sus tierras yermas.

Los monjes trapenses llevaban una vida de extrema austeridad. Iniciaban la jornada a la una de la madrugada y ayunaban siete meses al año, con una sola comida a las 4,15 de la tarde a base de pan, agua y algunas verduras. El aceite o la manteca solo se empleaba para los enfermos y jamás consumían especias, aderezos, carne o pescado. Dormían en tablas de madera con almohada de paja y funda del mismo tejido que los hábitos. Trabajaban cuatro horas al día dedicando el resto del tiempo a la oración, la meditación y la penitencia en un ambiente de silencio riguroso, soledad y recogimiento interior.

Introdujeron importantes adelantos en la agricultura de la zona mediante la utilización de norias para regadío, uso de estiércol como abono, muelas cónicas para la oliva o el cultivo de la patata.

El convento sufrió de nuevo importantes destrucciones y saqueos en 1808 con la guerra de la Independencia. Finalmente una Real Orden del 29 de agosto de 1835 expropiaba el monasterio en las desamortizaciones del siglo XIX. Aun así, los monjes trapenses permanecieron en el edificio hasta el 20 de marzo de 1837.

De entre los bienes inventariados por la real orden se encuentran 333 libros y numerosos cuadros: seis en la sacristía y sesenta y nueve en el claustro. Los principales edificios eran la portería, la hospedería, la biblioteca, el refectorio, el claustro, con un pozo en el centro, y la torre, con dos campanas y reloj. Además poseía sala de estudio, enfermería, sastrería, lavadero, horno de cocer, laboratorio, bodega, caballeriza, pajar, molino aceitero, imprenta, carpintería y herrería. En total había seis dormitorios: el de San Bernardo, con 27 habitaciones; el de San Esteban, con 6; el de San Benito, con 16; el de San Roberto, con 10; el de San Plácido, con 10, y el de San José, con 19 alcobas.

Los monjes llegaron a ser unos 90 en su momento de máximo esplendor. El edificio era de escaso valor artístico, con paredes de tierra cubiertas de yeso y decoradas con inscripciones de máximas bíblicas. La hospedería tenía unas 20 camas que ocupaban tanto huéspedes como criados.

Dentro de la iglesia, el altar mayor estaba dedicado a Nuestra Señora de la Trapa, flanqueada por cuadros de San Pedro y San Pablo. Otros retablos estaban dedicados a San José y San Bernardo. La sillería del coro estaba dividida en una serie alta y otra baja, con un total de 78 asientos de pino pintado de color caoba. En el respaldo de la iglesia había además una capilla con tres altares con retablos sobredorados dedicados a la Virgen de los Dolores, los Santos Joaquín y Ana y San Juan.

En las Guerras carlistas algunos monjes abandonaron el convento dirección a Francia pero muchos otros pasaron a las filas carlistas, siendo algunos de ellos posteriormente fusilados por el ejército liberal.

La planta de la iglesia es de cruz latina con los brazos muy cortos. No se conservan las bóvedas de este espacio, pero sí las pilastras laterales del lado de la epístola.En el extremo derecho del crucero, en el lado de la epístola, hay otra capilla dispuesta en el sentido del crucero que conserva sus muros perimetrales, con pilastras semejantes a las de la nave y algún arco ciego de medio punto. Tampoco se conserva la techumbre, pero la impronta dejada en los muros permite adivinar que estaba cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos.

En el lado del evangelio se dispone una pequeña nave gótica cubierta tres con bóvedas de crucería sencilla, cuyos nervios descansan en ménsulas. La torre consta de tres cuerpos de planta cuadrada y chapitel bulboso.


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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.

No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.