En 1898 Ramon Canals funda
en Almàssera (Valencia), una fábrica para elaborar vajillas y porcelana para
componentes eléctricos. En 1913 la fábrica pasa a manos de Bernardo de Nalda y
Pla, que se encarga de modernizar sus estructuras técnico-productivas y se
especializa definitivamente en la producción de porcelana eléctrica,
convirtiendo la empresa en una de las principales productoras de España. Entre 1947
y 1970, ya bajo la gerencia de Víctor de Nalda, se inicia la fabricación de
pequeñas figuras y centros de mesa, con escenas costumbristas de vida cotidiana
inspiradas en la producción similar europea, alcanzando un alto grado de
perfección.
En la fábrica de Nalda
trabajaron ceramistas de la talla de Alfoso Blat Monzó, el escultor Vicente
Beltrán Grimal, los porcelanistas José y Juan Lladró y el escultor y ceramista Ramón Inglés. Tras
cerrar la fábrica, sus moldes fueron adquiridos por Ramón Inglés que continuó
en un pequeño taller en Bétera.
Los hermanos inglés,
Ramón, ya desaparecido, y Josefina comienzan su propia producción en Bétera, en
un pequeño taller familiar que se dedicaba a la fabricación de toda clase de
objetos decorativos en cerámica. Ramón era escultor y porcelanista y Josefina,
pintora experta, se encargaba de realizar las decoraciones.
Posteriormente abren otro taller, mucho más grande, en una enorme casona de tres pisos que había sido un convento y, en los años treinta, una fábrica de tejidos. Este nuevo taller se especializa en la creación de muñecas de porcelana, aunque continúan con la producción de algunas otras piezas, figurillas, apliques, centros de mesa, etc. El taller tenía dos grandes líneas de producción, porcelana y biscuit.
Exterior del edificio, se pueden observar cientos de moldes apilados a través de las ventanas, lo que indica que no se trata de una casa cualquiera.
La técnica del biscuit se comienza a emplear en la fábrica de porcelana de Sevres, en el siglo XVIII. Desde este momento se puso de moda y su comercialización y producción se extiende por toda Europa. Es un tipo de porcelana mate, nívea y delicada, obtenida en una sola cocción, normalmente sin decorar, que resalta la belleza, delicadeza y precisión en el modelado de las formas y las características y nobleza del material, no enmascarado con esmaltes o barnices. Por ello esta técnica, suele reservarse para figuras con un alto grado de perfección, ya que cualquier defecto es muy evidente.
Por otro lado, la porcelana es un material muy delicado en su proceso de fabricación, se requieren conocimientos técnicos muy precisos, ya que merma mucho en secado y cocción, es fácilmente deformable durante el horneado, además de que, si los ensamblados y vaciados no son correctos, agrieta con gran facilidad en el horno.
Estos datos dan muestra del alto grado técnico que requería la fabricación de muñecas tanto de porcelana como de biscuit.
El proceso de producción era totalmente artesanal, teniendo en cuenta los requerimientos técnicos exigidos por el material y la necesidad de una cuidadosa y delicada manufactura. Ramón inglés, experto escultor, preparaba sus propios modelos, inspirados en muñecas Alemanas y Francesas. Normalmente el modelo se hacía en barro y posteriormente se sacaba un molde en escayola, que permitía la producción seriada. Por lo que he visto en el taller, la mayoría de los moldes eran de dos piezas, tres a lo sumo, esto requería un cuidadoso estudio de los volúmenes, ya que debían permitir la extracción de los vaciados sin causar desperfectos.
Una vez obtenido el molde se procedía a la colada de las piezas, con barbotina líquida de porcelana. Tras unas horas se extraen las piezas coladas, aún en verde, y se pasa a corregir eventuales imperfecciones, rebabas originadas por las juntas del molde, pequeñas burbujas, etc.
Hecho esto se pasa a la fase de secado, que debía realizarse de forma muy controlada, evitando corrientes de aire y secados bruscos que podían originar agrietamientos y roturas.
Las piezas secas pasan al horno para una primera cocción a alta temperatura, normalmente alrededor de 1.270 grados. Las curvas de cocción para porcelana han de ser muy precisas y estar muy controladas a lo largo del proceso, ya que en caso contrario, deformaciones y fisuras están a la orden del día.
Los hornos del taller de Ramón inglés eran hornos de gas, habitualmente se usaba propano, que tiene un poder calorífico superior al butano, y normalmente había una persona experta encargada únicamente de las cocciones. Los expertos horneros estaban tan especializados que sabían calcular la temperatura, y regular el horno, sólo con mirar el color del interior, sin necesidad de pirómetro.
Sala de hornos.
Tras esta primera cocción, y después de un enfriamiento que podía durar hasta 24 horas, se pasaba a decorar y esmaltar las piezas y se procedía a una segunda cocción, llamada de fino. Tras esta cocción se efectuaba el montaje, aplicación del cabello, vestido de las muñecas y embalaje para su comercialización.
La fábrica de Ramón Inglés era muy conocida, y tenía un gran prestigio, sus muñecas y arlequines fueron muy cotizados por la alta calidad de su manufactura. Sin embargo, como muchas otras fábricas de loza y porcelana cercanas, se vió obligada a cerrar, tras el fallecimiento de Ramón debido, por un lado a las fluctuaciones de la moda, y por otro a la feroz competencia de los productos procedentes de Asia, mucho más baratos pero de una calidad ridícula.
En la actualidad el estado de la fábrica es lamentable. Se encuentra totalmente abandonada y está siendo sistemáticamente saqueada. En un primer momento se robaron los elementos metálicos que pudieron arrancar y, en los últimos tiempos, cada vez que me paso por allí veo a estúpidos fetichistas llevándose moldes que ni saben utilizar ni para qué sirven.
Cuando por fin decidí hacer una serie de fotos, el techo del cuerpo principal del edificio había colapsado, arrastrando y arrasando las tres plantas, calculo que a mediados de 2014. No obstante, todavía quedan numerosos moldes, que deberían ser preservados y custodiados en un museo, esperemos que alguien competente decida, y pronto, abordar un proyecto de Conservación y Restauración del lugar. Aunque teniendo en cuenta la desidia imperante en estos temas, lo veo poco factible.
Entre esta foto y la siguiente pasaron cinco o sies meses, se puede observar como la estantería situada a la derecha de la imagen ha caído en algún momento.
Piso inferior, sobre el que se amontonan los escombros procedentes de los dos pisos superiores.
Salas laterales, en las que se almacenan miles de moldes.
Piso superior, al que resulta imposible acceder, teniendo en cuenta el enorme hueco que ha quedado tras el derrumbe.
Hola. Me gustaría saber si puede ser posible un permiso para acceder al lugar. El lugar sigue e pie?
ResponderEliminarHola, hace mucho que no voy por allí, imagino que estará muy deteriorado, la última vez que fuí había caído la cubierta, y de eso hace ya bastante. Además de que más de una vez he visto a gente ladrona robando moldes, que seguramente ni saben para qué sirven, supongo que por mero fetichismo estúpido. En definitiva, supongo que estará mal, además de que es muy peligroso por la posibilidad evidente de derrumbe.
EliminarEn lo referente al permiso, lo siento, no sé donde podrías dirigirte. Siento no poder ayudarte. Un saludo!