jueves, 2 de junio de 2016

MEMORIA SILENTE


Resulta difícil describir un sitio que alberga recuerdos valiosos sin caer en lugares comunes y sensiblerías al uso. Pero es cierto que todos tenemos un espacio, o varios, en los que se custodian nuestras memorias más estimadas. Por eso, quizá esta entrada solo pueda ser entendida por las personas con las que lo compartí, para el resto es solo otra casa más, saqueada, abandonada, destartalada y en ruina.

Siempre pensé que los olores guardaban las mejores sensaciones de la infancia, el olor de hogar impregnado en las paredes, el de la leña en invierno y la alfalfa recién cortada en verano; el perfume que deja el rebaño a su paso y que anticipa el regreso a casa, el aroma del desayuno preparado antes de salir al colegio o el de la ropa limpia al final del día. 

Por eso sentí, desde el mismo momento en que dejamos de habitar esta casa, la necesidad de volver una y otra vez a buscar todos esos aromas, incluso saltando la tapia y entrando en una propiedad que nunca entendí como ajena, aunque lo fuera, tras la muerte de mi abuelo. Los olores, que sí eran nuestros, y se habían infiltrado tras años y años de horno de leña, ollas en la lumbre, despensa repleta de ñoras, conservas y cajas de galletas, sábanas blancas, lejía y jabón casero, se mantuvieron mucho tiempo, hasta que se fueron disolviendo y desaparecieron a fuerza de aires y soles.

Sigo volviendo, aunque ahora ya no parece ser de nadie, y cada vez siento que se me escapa un matiz en la memoria, cada vez un detalle que olvido. Pero hay muchas cosas que conservo, como la certeza de que cuantas más arrugas tenga una persona alrededor de los ojos, más te puedes fiar de ella, o que los cuentos de piratas y aventuras se pueden contar todas las veces que hagan falta aunque no te acuerdes del guión, y que quien te quiere espera siempre tu vuelta, a un lado del camino sentado bajo un naranjo, aunque tenga más de noventa años y no pueda casi andar.






































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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.

No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.