Resulta difícil describir
un sitio que alberga recuerdos valiosos sin caer en lugares comunes y
sensiblerías al uso. Pero es cierto que todos tenemos un espacio, o varios, en los que se custodian nuestras memorias más estimadas.
Por eso, quizá esta entrada solo pueda ser entendida por las personas con las
que lo compartí, para el resto es solo otra casa más, saqueada, abandonada, destartalada
y en ruina.
Siempre pensé que los
olores guardaban las mejores sensaciones de la infancia, el olor de hogar
impregnado en las paredes, el de la leña en invierno y la alfalfa recién
cortada en verano; el perfume que deja el rebaño a su paso y que anticipa el
regreso a casa, el aroma del desayuno preparado antes de salir al colegio o el de
la ropa limpia al final del día.
Por eso sentí, desde el mismo momento en que
dejamos de habitar esta casa, la necesidad de volver una y otra vez a buscar todos
esos aromas, incluso saltando la tapia y entrando en una propiedad que nunca
entendí como ajena, aunque lo fuera, tras la muerte de mi abuelo. Los olores,
que sí eran nuestros, y se habían infiltrado tras años y años de horno de leña,
ollas en la lumbre, despensa repleta de ñoras, conservas y cajas de galletas, sábanas
blancas, lejía y jabón casero, se mantuvieron mucho tiempo, hasta que se fueron
disolviendo y desaparecieron a fuerza de aires y soles.
Sigo volviendo, aunque ahora ya no parece ser de nadie, y cada vez
siento que se me escapa un matiz en la memoria, cada vez un detalle que olvido.
Pero hay muchas cosas que conservo, como la certeza de que cuantas más arrugas
tenga una persona alrededor de los ojos, más te puedes fiar de ella, o que los
cuentos de piratas y aventuras se pueden contar todas las veces que hagan falta
aunque no te acuerdes del guión, y que quien te quiere espera siempre tu vuelta, a un
lado del camino sentado bajo un naranjo, aunque tenga más de noventa años y no
pueda casi andar.
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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.
No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.