La primera fecha de fundación del cenobio de Sopetrán, sería el año 611, por el rey visigodo Gundemaro y terminado por Chindasvinto. Esta fundación fue destruida en el 728, poco después de la invasión de la península por los árabes. En un segundo intento, sería reedificado por los mozárabes de la Alcarria, ayudados por Eulogio de Córdoba, en el 847, pero volvió a ser destruido, nuevamente por los árabes. La siguiente fundación, esta vez a finales del siglo XI, por parte del futuro rey Alfonso VI, para agradecer a la Virgen, haberle salvado la vida, del ataque de un oso, pero a finales del siglo XII, fue abandonado.
La definitiva fundación fue debida al arzobispo de Toledo, Gómez Manrique, cuando en 1372 decidió entregar aquel lugar a la Orden de San Benito, para que lo reedificara y cuidara. Los primeros monjes llegaron procedentes del Monasterio de San Millán de Suso, en tierras de La Rioja. Se les entregaron las obras hechas de antiguo y los bienes dados por Alfonso VI. Ya ricos desde la refundación, los benedictinos de Sopetrán fueron recibiendo favores y regalos de reyes y nobles. Su situación en un lugar de paso y camino muy frecuentado entre la meseta y Aragón, le dieron bastante notoriedad y poder en la época. Las luchas del siglo XV castellano, estuvieron a punto de hacerlo desaparecer, pero el apoyo de los Mendoza, señores de Hita y su alfoz, fue la razón de su permanencia y de su progresivo crecimiento en los siglos siguientes.
El antiguo esplendor del monasterio quedó roto en 1836, cuando se puso en marcha la Desamortización de bienes eclesiásticos, dictado por el ministro liberal Mendizábal. Por tener menos de 12 monjes, fue suprimido y el edificio y sus pertenencias, incluidos en los bienes del Estado, saliendo pronto a subasta y adjudicándose en 1847, a un vecino de Guadalajara.
Durante el siglo y medio que ha transcurrido desde entonces a nuestros días, el paso del tiempo ha ido deteriorando un edificio del que nadie se hizo cargo. Cierto es que el edificio fue adquirido por un arquitecto que intentó, con una cuadrilla de albañiles, rehabilitarlo sin éxito a finales del siglo pasado. También estuvo habitado recientemente por una comunidad de monjes benedictinos que pusieron en marcha la actual hospedería, pero que no lograron hacer de Sopetrán lo que antaño fue.
El ambicioso proyecto con el que la empresa propietaria, Coordinadora Monasterio de Sopetrán, pretende rehabilitar el edificio religioso y acondicionar su entorno consiste en crear un gran complejo residencial, turístico y empresarial mediante el que se revitalizaría la zona. Por un lado, la recuperación del monasterio, que ocupa una parcela de 10.500 metros cuadrados, comprende la construcción de un hotel de 41 habitaciones con un centro de reuniones y de formación, así como de espacios para la celebración de eventos y actividades sociales y culturales. Además, también se rehabilitaría la hospedería situada en las inmediaciones, que se convertiría en un alojamiento con 36 habitaciones y salones destinados a iniciativas lúdicas y hosteleras.
Las actuaciones se completarían con el diseño de un pueblo medieval peatonal que ofrecería todo tipo de servicios a los futuros residentes y a los visitantes. En concreto, dispondría de más de 400 chalets de lujo, 40 locales comerciales, un spa, zonas verdes y deportivas que cubrirían una superficie de 164.760 metros de la parcela urbana, de los que 10.500 metros cuadrados corresponden al monasterio.
Resumiendo, los promotores no tienen un duro, necesitan buscar inversores, pero de momento han conseguido poner la miel en los labios al ayuntamiento de Torre del Burgo y que se recalifiquen como suelo urbano las 16 hectáreas sobre las que se asienta el complejo del monasterio.
Nadie sabe que pasará en el futuro ni parece comprensible que el monasterio no se rehabilite si no va acompañado de un pelotazo urbanístico de libro. Declarado Bien de Interés Cultural en 1996, su estado es ruinoso y se degrada día a día en un entorno natural privilegiado amenazado por la excavadora, gracias a proyectos megalómanos innecesarios y absurdos.
Fuentes de los textos:
WIKIPEDIA
Antonio Herrera Casado (2005). Monasterios y conventos de Castilla-La Mancha.
Guadalajara, AAECHE Ediciones.
www.eldiario.es
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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.
No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.