miércoles, 9 de marzo de 2016

UN LUGAR DONDE COMENZAR


En esta pequeña aldea, escondida junto al río y detrás de una frondosa chopera, llegaron a vivir unas 20 familias con sus correspondientes animales. Las casas se disponen a lo largo de una única calle que, en su momento, debió estar llena de vida y bullicio. Aún queda alguna silla en la puerta, en el mismo lugar en el que se sentaban los vecinos a tomar el fresco  mientras los chiquillos planeaban las aventuras de la jornada siguiente.

El caserío llegó a contar con luz eléctrica, no así con agua corriente, aunque la cercanía al río permitía el abastecimiento. El cura acudía dos o tres veces al año a oficiar en la pequeña ermita encalada, el médico y el veterinario vivían a unos 10 kilómetros, y los mozos y mozas iban al baile los domingos a la cabeza de partido del municipio, siempre que la lluvia, la nieve y el frío lo permitían.

Trigo, cebada, remolacha y manzanas eran la base de sus cultivos, además de pequeños huertos familiares; cabras, ovejas y algún mulo completaban el censo agrario en el municipio.

La primera construcción que sale al paso es la vieja escuela que contaba, en el piso superior, con casa para la maestra. A ella acudían también los niños de masías cercanas y en ella se celebraba el baile en las fiestas de San Jorge. El robusto muro que mira a poniente está ahora venciéndose, quizá para dejar que la luz acaricie la pizarra, en un último intento por insuflar algo de vida al derrotado edificio.

Se abandonó a primeros de los 80, primero los jóvenes en busca de oportunidades y con el ánimo de olvidar los rudos inviernos y el aislamiento, deslumbrados por las oportunidades que ofrecían los barrios obreros de las ciudades. Después los mayores, arrastrados por la fragilidad de la existencia en aquellas tierras.

Desde hace un año una pareja ha comenzado a luchar en una de sus casas, con valentía y decisión, porque los comienzos en estos lugares nunca son fáciles, aunque acompañe la fuerza que da la certeza de conseguir un lugar perfecto, íntimo donde habitar y compartir un proyecto común.


Por consideración a estas personas no revelo la ubicación del lugar, cuando alguien toma la decisión de retirarse y mantener el equilibrio que exige la vida en el campo ha de ser respetado.








































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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.

No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.