Majestuoso edificio abandonado entre campos de labor, albergó hace unas décadas un centro de formación para aquellos que decían haber recibido, un milenio antes, el tortuoso mandato de ir a pescar hombres.
Poco se sabe de su historia, casi nada se ha escrito al respecto, parece quedar sorprendentemente olvidado, aunque de su cierre no hace tanto tiempo como para que su memoria quede tan diluída. Reposa rodeado de viñedos interminables como los viejos monasterios a los que evoca con su iglesia neogótica.
Su firme y sólida estructura de granito parece rebelarse ante el transcurso desafiante del tiempo, pero las divisiones internas de madera delatan el deterioro, que avanza a pasos de gigante por los corredores sin fin.
Sin embargo aún sería posible el rescate, si alguien tuviera algún remoto interés en rescatarlo. Una familia que vive en la pequeña casita de los guardeses lo cuida con celo, y mantiene cerrada y vigilada la impresionante verja que lo custodia.
Afortunadamente, en este caso, el único vándalo es el tiempo implacable.
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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.
No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.