viernes, 26 de enero de 2018

AL RUEDO, NI UN CUARTO DE VUELTA.


En el año 1907, tres años antes del nacimiento del famoso poeta Hernández Gilabert, se plantea en Orihuela la construcción de una plaza de toros para sustituir la anterior, de madera, que había sido derribada. Para ello se constituye la Sociedad El Oriol Taurino que, a través de participaciones particulares, aportó el capital necesario para la ejecución de las obras de la actual Plaza de Toros, que fue edificada en un plazo récord de ocho meses.

La capacidad de la plaza era de 7.000 localidades, construida con sillería, mampostería, madera, mármol y hierro. Según los anales, excepcionalmente bella, para no desmerecer en absoluto del riquísimo patrimonio histórico-artístico circundante.

Curiosamente, unos años después, un tío-abuelo de mi padre fue el conserje de la plaza, o sea que he tenido la fortuna de hacer esta visita con un cronista muy particular, de los que conocen al detalle la historia de cada piedra y cada clavo. 

En el año 1986 la plaza se clausura, porque no se ajustaba a la normativa en materia de Policía de Espectáculos y Actividades Taurinas de Carácter Público y su acondicionamiento a la legalidad hubiera supuesto una inversión superior al beneficio que se podría obtener con su explotación. Desde ese momento ni las autoridades locales ni los propietarios muestran un particular entusiasmo por su apertura. Pese a que se encontraba en buen estado, salvo el piso superior de la andanada que si requería obras de rehabilitación. El Plan General de Ordenación Urbana la contemplaba entonces como edificio protegible.

En 1993 se crea una Comisión pro restauración de la plaza, y el Ayuntamiento adquirió la propiedad a mediados de la década de los 90, después de años cargados de vicisitudes sobre la especulación en una gran parcela de suelo en el centro urbano, avivada la polémica por el estado de un inmueble, que se iba deteriorando poco a poco sin uso ni utilidad en una zona en desarrollo de la ciudad.

El 30 de abril de 2008 el Ayuntamiento, con mayoría del PP y los votos en contra del resto de corporativos, aprueba su descatalogación como edificio protegido, haciendo posible su derribo, tras un informe de los técnicos municipales en el cuál se aseguraba que era prácticamente imposible su conservación y en el que se documentaba el escaso valor, según su criterio, del inmueble, construido con materiales de poca calidad y el patente peligro de colapso por su precaria situación. 

Tras años de interminables debates sobre el futuro de la popular plaza nadie sabía, ni el propio equipo de gobierno municipal, que se iba a hacer con el solar o si debía conservarse la fachada, mientras el edificio se llenaba de basura y se desmoronaba progresivamente. 

En 2012 se estudia un ambicioso proyecto de rehabilitación que planteaba la reconversión en un centro multiusos, que incluía un hotel y un centro comercial sobre la misma parcela. Además se acometía la restauración del vecino estadio de Los Arcos, que presentaba un elevado grado de deterioro desde hacía bastantes años. De hecho ya se había anunciado en la anterior legislatura, no voy a decir el partido que estaba al frente de la corporación municipal, pero era el mismo que había eliminado la protección de la plaza, la construcción de un estadio nuevo con capacidad para 15.000 personas y una nueva Ciudad Deportiva que nunca se hizo. Entre otros motivos, porque la subvención para la primera fase, de más de 3 millones de euros, se desvió para la ampliación del Ayuntamiento.

En el año 2013 la Concejalía de Urbanismo finalmente aprueba la adjudicación del proyecto de derribo. En el momento en que se decidió su demolición efectiva el piso superior de la andanada ya había colapsado, sucediéndose además numerosas caídas a la vía pública de elementos de la fachada que habían obligado, en el año 2012, a una retirada parcial de cornisas y voladizos en la parte exterior del edificio.

Pero como las cosas de palacio van despacio, desde que se aprueba algo hasta que se retiene el crédito, se ordena la ejecución, pasando por la redacción de los pliegos de contratación, se da la oportuna publicidad y demás, llegado el año 2017 la plaza sigue en pié y como es obvio, cada vez más inestable. En Julio de ese año se aprueba otro nuevo proyecto de rehabilitación/reconversión que nadie sabe si se ejecutará finalmente o quedará, como los anteriores, en papel mojado.

Parece ser que la vieja plaza de toros se reconvertirá, con el nuevo proyecto, y tras una inversión de 405.000 euros, en un recinto multiusos para ocio y espectáculos. Se contempla además la creación de zonas verdes en el exterior, cafetería, aseos públicos y un pequeño museo, en mi opinión innecesario, que recordará la historia taurina de la localidad.

Teóricamente, y remitiéndonos al tenor literal del proyecto, las obras debían estar terminadas en la primavera de 2018, la intención es conservar sólo el primer anillo de gradas, ya que los otros dos están muy deteriorados, con una capacidad prevista de 1.600 personas en las gradas y 1.200 en la zona del antiguo ruedo. Al reducir la parte de la estructura del coso que se encuentra más dañada, el muro exterior vería reducida su altura desde los actuales 5,8 metros hasta 3,8. No obstante se conservarán, al menos en teoría, algunos de los elementos más distintivos.  

En conclusión, en Enero de 2018 nadie ha movido una piedra, ni parece que haya intención de hacerlo. Desde luego, y fuera de las obvias consideraciones acerca del maltrato animal, que requeriría evidentemente una prohibición absoluta, la plaza de toros de Orihuela es, o tendría que ser considerada parte integrante el patrimonio histórico del municipio y como tal merecería una intervención adecuada y un proyecto de recuperación como el espacio público cultural que debía haber sido hace ya muchos años.

Mientras tanto, la única función que cumple es almacenar basura y dar cobijo a decenas de gatos que habitan entre sus muros tapiados, en un vano intento de preservar lo que en un futuro no muy lejano será irrecuperable. 



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Actualización: 3 de Marzo de 2018, se han comenzado las labores de derribo de la plaza de toros de Orihuela. De repente el proyecto de recuperación se ha esfumado. Triste final para el ya expoliado, saqueado y destruído patrimonio Oriolano, gestionado siempre por poderes públicos, de una y otra definición, más amigos de la excavadora que de trabajar por la conservación del patrimonio y la historia propios. 

No quiero pensar cual será el próximo, aunque tristemente acuden a mi cabeza varios candidatos, pero no quiero pensar, porque forman parte de mi infancia, de mis primeros recuerdos, cámara en ristre con mi padre, cuando ni siquiera era capaz de distinguir una cámara de unos prismáticos. Ahora, a tenor de los acontecimientos, entiendo mucho menos y siento vértigo y vergüenza.






































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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.

No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.