lunes, 1 de enero de 2018

NE FUNESTENTUR SACRA CIVITATIS


El 29 de octubre de 1954 se anuncia el Proyecto de Replanteo de un nuevo embalse, otro de tantos que pueblan nuestra geografía cercana. Consecuentemente se constata la necesidad de dar traslado a algunas poblaciones, debido a estudios que consideraban la posible inundación del regadío y las casas de sus habitantes. En 1963 se insta al Instituto Nacional de Colonización a la reubicación inmediata de este pueblo, que contaba con 97 vecinos con sus correspondientes casas, pajares, tierras de labor y restos de los respectivos ascendientes en el camposanto.

El embalse se termina de construir en 1967, pero no será hasta 1981 cuando se hace efectivamente el reemplazamiento del municipio. Aunque ya se había dado la orden de traslado, los vecinos siguieron habitando el pueblo, y no se marcharon hasta que el agua y la luz dejaron de llegar, haciendo inevitable el desalojo, que se produce a finales de los 70. Desde ese momento el viejo pueblo abandonado y su cementerio fueron objeto de numerosos expolios y saqueos, ya que finalmente no quedaron cubiertos por las aguas. 

Sus moradores desplazados comenzaron a reunirse todos los meses en el propio pueblo, en un intento por recordar o quizá recuperar, sus antiguas casas, aunque el esperado retorno no pudo realizarse nunca.

El lugar se llenó de okupas, satanistas, buscadores de fenómenos poltersgeist o vendedores de crecepelos, llámese como se quiera. Supuestos investigadores, decían haber grabado psicofonías, grupos de estrambóticos amantes de las tinieblas y adeptos de fenómenos paranormales hacían ceremonias, misas negras y aquelarres invocando a seres de la oscuridad, trasgos, hombres lobo, chupacabras o a cualquiera que quisiera aparecerse por allí, mientras casas y calles caían piedra a piedra en una lenta y solitaria agonía.

La confederación hidrográfica, que había expropiado el pueblo, lo termina sacando a pública subasta, ya que se hizo evidente que no se iba a ver anegado por el agua, y es adquirido por un particular que lo derriba, pese a la presión de vecinos, arquitectos e historiadores, ya que esta población era un singular ejemplo de arquitectura popular en la comarca.

En la actualidad del antiguo pueblo poco queda, el cementerio, despojado de sus ocupantes yacientes, muestra sus entrañas al tibio sol de otoño al tiempo que la maleza cubre con esmero piedras, vigas, puertas y ventanas que ya nunca serán sumergidas.





























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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.

No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.