Medio escondida entre prados, alejada del pueblo, cerca del río, reposa lo que en su momento fue la iglesia del monasterio de San Juan Y Santa Engracia de Bárcena, dependiente de S. Félix de Oca en 942 y más tarde anexionado a S. Millán de la Cogolla. Posteriormente iglesia parroquial de un asentamiento agrícola bastante diseminado y prácticamente despoblado en la actualidad.
La construcción actual debió realizarse a finales del siglo XII. Hacia mediados del siglo XVIII aún se usaba la antigua parroquia, pero dado que la población se había concentrado para entonces a unos dos kilómetros de allí, los vecinos solicitaron al arzobispado autorización para el traslado de la parroquial con el objeto de integrarla en el casco urbano y para proceder a la demolición de la antigua ermita. Concretamente en el año 1791 el Concejo y vecinos piden su demolición, tanto por su estado, que amenaza ruinas, como por su distancia, y mediar el río que en invierno, con sus crecidas, impiden poder asistir a la Misa.
La autorización fue concedida, pero las labores de derribo no se efectuaron hasta bien entrado el siglo XIX, y sólo en parte. Se derribó la cubierta de la nave y se bajó la altura de los muros laterales, aprovechándolos como cierre perimetral del cementerio parroquial. Lo único que se mantuvo en pié fue la cabecera y algunos sillares de la nave original. Parece ser que algunos de los elementos de la ermita se trasladaron a la iglesia parroquial de la localidad, entre los que destaca un estilizado relieve de la anunciación, procedente probablemente de la antigua portada, y una pila románica.
Sin embargo el ábside se mantiene prácticamente íntegro, a pesar de haber sido seriamente maltratado por la humedad, el abandono y el expolio. En los últimos años se ha realizado una acertada intervención de consolidación de toda la estructura que ha frenado el avance del deterioro, además de algunas operaciones de reintegración en el ábside, aunque el resto de elementos han desaparecido.
Se trata de un templo sencillo bajo la advocación de Nuestra Señora de La Asunción, de planta basilical de una sola nave, levantado a base de piedra arenisca pero con algunos de los principales relieves tallados en piedra caliza.
El ábside, de elegantes proporciones, posee, en la parte exterior, cinco paños separados por cuatro columnas cuyos fustes han perdido algunos de sus tambores. En cada uno se abre una ventana de medio punto con saetera la central y las dos meridionales, mientras que las septentrionales del presbiterio y ábside están cegadas. Todas ellas apoyan en una imposta con escocia y ajedrezado que decora toda la cabecera. Los ventanales meridionales han perdido las columnas y los capiteles Sus arcos están decorados con bezantes, medias bolas y chambrana lisa. En la absidial, la saetera está prácticamente tapiada por un sillar.
La ventana central es la mejor conservada. Presenta chambrana decorada con medias bolas y en el arco seis pequeños arcos de medio punto que cobijan sendas cabecitas humanas.
La cornisa estaba sostenida por 16 canecillos de los que se conservan unos 14 en buen estado, la mayoría son zoomorfos y algunos antropomorfos.
Se observan algunos capiteles bastante erosionados y de tosca labra en los que se advierten una cabeza caprina, un león, decoración vegetal, grupos de guerreros y una cabeza humana cubierta con un casco.
En la parte interior del ábside, en la bóveda de horno, entre manchas de humedad, se advierten restos del revoco original y policromía. Los cinco ventanales, que reproducen el esquema del exterior, se apoyan en una imposta con caveto y ajedrezado. Y sobre ellos otra imposta de listel y chaflán inicia las bóvedas de horno y de cañón en el ábside y presbiterio respectivamente.
Las ventanas del presbiterio carecen de capiteles y columnas. En cambio las del ábside mantienen su forma original aunque algunos de sus capiteles han sido reconstruidos, muestran un león y aves afrontadas, animales fantásticos, semejantes a grifos o dragones y pequeñas bayas entre las que asoman cabezas de pájaros.
Los capiteles mejor conservados y de más calidad son los que sostienen el arco triunfal y el arco fajón de transición del presbiterio al ábside. Presentan decoración vegetal, cabezas humanas y, en los ángulos del cimacio cabezas felinas de cuyas fauces salen unas cintas que envuelven tres cabezas situadas en el frente. A la izquierda un personaje de pie abraza por el cuello a dos unicornios y a la derecha dos leones afrontados vuelven sus cabezas hacia atrás. En el cimacio sobresalen en un fondo de celdillas cinco bolas con caperuza.
En el capitel meridional del arco fajón vemos seis cabezas barbadas y tocadas con gorros o cascos que se asoman por encima de un ramo de hojas lanceoladas, y el meridional presenta en el frontal un caballero que con la espada en la mano mira a una figura que sostiene un manto o capa entre sus manos. Se ha interpretado como la escena de San Martín partiendo su capa con el pobre. Las caras laterales poseen decoración vegetal. El cimacio se decora con entrelazos trabajados a trépano.
Fuentes de los textos:
www.arquivoltas.com
tierrasdeburgos.blogspot.com
www.arteguias.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te apetece comentar, sugerir o proponer cualquier cosa, aquí puedes hacerlo.
Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.
No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.