Esta pequeña tienda abastecía un poblado obrero, hoy totalmente desaparecido. Las referencias que de ella tenemos son gracias a un vecino de una finca colindante.
La construcción, aunque vacía y casi destechada, se mantiene en pié porque las cuadras anexas siguen en uso. Era uno de esos comercios rurales que tenían de todo, ultramarinos, herramientas, carne, algo de mercería y un rato de conversación y cotilleos vecinales.
En la entrada estaba el mostrador para despachar los artículos en venta y en la parte posterior la vivienda y el almacén. Sorprende el hecho curioso de que todas las estancias están pintadas en color azul índigo, añil, azulete, como se le conocía popularmente.
Añil lleno de matices concedidos por los años, la humedad, el ganado en busca de cobijo, la lluvia y la nieve, el aire que susurra entre ventanas y grietas acariciando los muros, moderado por el musgo, el moho y el recuerdo.
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Por otra parte, tengo intención de conservar los lugares que visito en el mejor estado posible y durante el mayor tiempo posible, por ello no doy localizaciones, a parte de los sitios muy conocidos, y por ello muy vandalizados, cuya ubicación ya cito en los textos.
No saqueo, no robo, por supuesto respeto las cerraduras que están cerradas, no rompo cosas, paso por el sitio dejándolo intacto, solo hago fotografías y disfruto mucho de lo que me rodea.